martes, 2 de marzo de 2010

Get a life!

Hay gente que se casa, se divorcia, se vuelve a casar, tiene hijos, lucha por tenerlos, los cría mal, no les da bola, los malcría, hay padres que los descuidan y padres que los sobreprotegen; hay hombres que cogen con otros hombres, mujeres que se enamoran de otras mujeres, gente aburrida de coger; gente que se compra un perro, gente que adopta un gato: hay mujeres que sueñan con casamientos desde que son niñas y se imaginan vestidas de princesas besadas por su príncipe azul y así, cuando llega el momento, pasan dos años organizando la boda perfecta, otras chicas no pueden creer su suerte de ser queridas por ese hombre y prefieren ir discretamente a firmar, sin levantar mucho el avispero.
Hay gente que elige la carrera que ama, la carrera con la que conformar a sus padres, la carrera con la que ganar dinero. Gente que viaja mucho, gente que adora la tecnología, gente que disfruta de los deportes de riesgo, gente que entrena años para intentar alcanzar la cima del Everest.
Hay gente que se muda, gente que sube varios pisos por escalera, gente que cambia de barrio.

Hay otra gente también que nunca se casa, ni se divorcia, ni intenta tener hijos, ni es amada, ni se despierta, ni elige, ni se tira en parapente, ni lee, ni le gusta el deporte, ni tiene mascota, ni se compra un iPod jamás, hay gente que no se muda nunca...

Curiosamente es este último grupo de gente el que se pasa el día criticando cómo se casa la gente que se casa, cuánto tardó en divorciarse la gente que se divorcia, cómo se atreve a reincidir la gente que vuelve a casarse; cómo volvieron a tener un hijo con lo mal que les salió el primero, cómo luchan contra la naturaleza los que siguen intentando; detestan cómo contestan mal los hijos de los otros, se horrorizan cuando ven cómo les permiten ser caprichosos, se hacen la señal de la cruz cuando consideran que los descuidan, tuercen la boca cuando ven a una madre sobreprotectora, piensan que la homosexualidad es una perversión: se quieren morir porque los demás se complican la vida con mascotas: critican el vestido de la que parece un merengue italiano, sospechan de los que conviven sin casarse, jamás tendrían una pareja tan patética como la de sus amigos; hay gente que nunca hubiera estudiado lo que estudió tal y jamás se hubiera resignado a seguir la tradición familiar de la medicina como tal otro, gente que critica la ambición; que el vecino se vaya a Europa sin tener una casa propia o que tenga una casa propia a costa de comer arroz todos los días, gente que se ríe del que paga su laptop en cuarenta cuotas mientras vive su vidita virtual desde una computadora prestada.
En fin, que hay gente encendida y gente en off. Y que de repente un día toda esa gente se muere.

jueves, 9 de julio de 2009

La infertilidad en Marte y en Venus

E. me deja hacer y se hace el bobo cuando me ve incursionar en literatura sobre gemoterapia, aromaterapia y acupuntura. Desaprueba firmemente, sacudiendo la cabeza para ambos lados, cuando se asoma a mi monitor  me ve tratando de descifrar análisis ajenos en los foros en los que me refugio de la normalidad reproductiva de mis amigas de la vida real.
Traga su Maca resignado y se olvida con frecuencia de su vitamina C.

Mientras tanto, yo aprendo a tragarme las lágrimas en el baño del trabajo, a recibir mensualmente la desagradable noticia de estar (otra vez. fuck!) en el primer día del ciclo. Vuelvo a mirar esas manchitas, rogándole a mi parte irracional que tenga razón, que esta vez si sea el glorioso sangrado de implantación y vuelvo a mi escritorio haciéndome la guapa. Disimulando. Mintiendo en parte que mi mala cara se debe a que me indispuse y me duelen los ovarios. No tendría mayor sentido tratar de explicarles a mis fértiles compañeras de trabajo la relación entre indisponerse y sentir el alma estrujada.

Me descubro otra. Una nueva con granos en la frente. Respirando hondo y levantando el teléfono para llamar a la clínica de fertilidad para pedir un nuevo turno.  Pinchándome yo misma la panza. Aguantando la vergüenza durante las ecografías de control. Venciendo el miedo a la histerosalpingografía. Soporto con bastante dignidad a los embarazos y (casi siempre) a los niños ajenos. Pero me descubro la misma de siempre cuando subo al auto y en el momento exacto en el que el broche del cinturón de seguridad hace "clack", tengo el siguiente diálogo con E.:

- "Me indispuse"
- "Te indispusiste?"
- "Ahá"

Silencio y yo, como siempre, rompiéndolo un par de cuadras después:

- "Me da bronca"
- "Si. Ya sé. A mi también me da bronca"

Se me caen algunas lágrimas por el camino. Me odio un rato por provocarle a E. esa angustia de la que quisiera protegerlo, llego a casa y abro la compu para organizar la agenda del nuevo ciclo. 






viernes, 24 de abril de 2009

Subte

Las aborrezco cuando dicen "permiiiiiiiiiiso" y dan vuelta su osamenta, apuntando con el culo de araña pollito a un espacio ínfimo entre dos personas sentadas. Nunca tengo el valor para decirles que no entran y quedo amontonada, sosteniendo el libro con los codos pegados al cuerpo...

martes, 7 de abril de 2009

La casa del árbol

Cuando era chica aprendí que la felicidad simple y llana solo existía en unos pocos lugares... las casas construidas en las copas de los árboles parecían ser uno de esos refugios donde la realidad no podía irrumpir y arruinar el universo paralelo construido con un grupete de amigos, algunos objetos viejos y un botín de galletas recién salidas del horno robadas de la cocina de alguna ama de casa ejemplar.

"I'm from Barcelona" sonaba esta tarde mientras yo probaba diferentes nombres para este blog.