jueves, 9 de julio de 2009

La infertilidad en Marte y en Venus

E. me deja hacer y se hace el bobo cuando me ve incursionar en literatura sobre gemoterapia, aromaterapia y acupuntura. Desaprueba firmemente, sacudiendo la cabeza para ambos lados, cuando se asoma a mi monitor  me ve tratando de descifrar análisis ajenos en los foros en los que me refugio de la normalidad reproductiva de mis amigas de la vida real.
Traga su Maca resignado y se olvida con frecuencia de su vitamina C.

Mientras tanto, yo aprendo a tragarme las lágrimas en el baño del trabajo, a recibir mensualmente la desagradable noticia de estar (otra vez. fuck!) en el primer día del ciclo. Vuelvo a mirar esas manchitas, rogándole a mi parte irracional que tenga razón, que esta vez si sea el glorioso sangrado de implantación y vuelvo a mi escritorio haciéndome la guapa. Disimulando. Mintiendo en parte que mi mala cara se debe a que me indispuse y me duelen los ovarios. No tendría mayor sentido tratar de explicarles a mis fértiles compañeras de trabajo la relación entre indisponerse y sentir el alma estrujada.

Me descubro otra. Una nueva con granos en la frente. Respirando hondo y levantando el teléfono para llamar a la clínica de fertilidad para pedir un nuevo turno.  Pinchándome yo misma la panza. Aguantando la vergüenza durante las ecografías de control. Venciendo el miedo a la histerosalpingografía. Soporto con bastante dignidad a los embarazos y (casi siempre) a los niños ajenos. Pero me descubro la misma de siempre cuando subo al auto y en el momento exacto en el que el broche del cinturón de seguridad hace "clack", tengo el siguiente diálogo con E.:

- "Me indispuse"
- "Te indispusiste?"
- "Ahá"

Silencio y yo, como siempre, rompiéndolo un par de cuadras después:

- "Me da bronca"
- "Si. Ya sé. A mi también me da bronca"

Se me caen algunas lágrimas por el camino. Me odio un rato por provocarle a E. esa angustia de la que quisiera protegerlo, llego a casa y abro la compu para organizar la agenda del nuevo ciclo. 






1 comentario:

  1. Tu relato es muy simple, en el sentido que no hay que ser infértil para entenderlo porque transmitis muy bien lo que están sintiendo. Se entienden hasta los silencios.
    Una pena que hayas dejado de escribir.
    Desde acá pienso que nunca lo deberías haber dejado. Todo tiene su proceso de crecimiento y pienso que este blog tenía mucho para crecer.

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